Ese lugar donde la espalda pierde su casto nombre. Quien diga que en un primer giro de cabeza no se fija en la trasera, posadera, cucu, nalgas, gluteos o tan reconocido, culo, miente como bellaco y es que si hay una parte del cuerpo sugerente como pocas, son las reales posaderas. Objeto hipnotizador y mucho más de deseo. ¿Lo niegas? Sigues mintiendo, truhán.

Desde tiempo inmemorial, esta parte corporal es una de la que más puntos atesora en el particular ranking de preferencias donde posar la mirada. Una zona que creíamos olvidada en los hombres ya que solo parecía existir la trasera femenina para la opinión pública, olvidando el formato masculino con todo lo que ello nos puede ofrecer. Una atracción instantánea en un simple y certero golpe de vista que, en muchos casos, hipnotiza, impacta, desata, no se olvida y, en nuestro caso, mejora como el buen vino por muy difícil que encuentras la hazaña.

El problema viene cuando tenemos el diamante, poseemos el soporte, pero necesitamos pulirlo o ¿es que pretendes no sacar provecho del don que te han dado y prefieres ocultarlo para tristeza de tu compañero de vestuario? Cuanto más respingón (más de pollo), más alegría y nosotros tenemos la manera de que tus glúteos se endurezcan como rocas, se pongan firmes como columnas salomónicas y que tu cucu vuelva a ser el centro de todas las miradas, ya sea desnudo, vestido o de entretiempo. Una labor que requiere de un proceso constante de ejercicios, una rutina deportiva (a veces explosiva) que ejercite nuestras reales nalgas y las cincele como escultura clásica. ¿Piensas que jamás lo vamos a conseguir?, ¿crees que es casi imposible reflotar tu secreto (a voces) mejor guardado? Márcate estos ejercicios durante 5-10 minutos al día y haz todas las repeticiones que puedas. Te aseguramos larga vida, prosperidad y una trasera de infarto. Si no, que se lo digan a Mr. Beckham. Él siguió nuestro consejo.

Posted by:Bru Romero

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.